martes, 23 de diciembre de 2014

El llanto de los hijos de España

Madre, volverás a ser noche estrellada,
Vía Láctea de tus hijos,
amor de tu tierra pisoteada.

No llores, mi  niño.
España madre escucha tu llanto.

Madre, nos inundan tus rojas lágrimas,
y, contra el corazón de los que al oro riman,
nuestro pecho acoge oscuras iras.

No llores, mi niño.
Ella huye del dorado manto.

Resiste, resiste, mi niño.
Madre el dolor no olvida,
la sangre de sus hijos
la ahoga y la castiga.

Madre renacerá
y a sus hijos vengará.
El negro oro condenará
el aliento de la usura,
y Madre renacerá.

No llores, mi niño.
Justicia su espada será,



Madrid, 23 de diciembre de 2014


sábado, 27 de septiembre de 2014

El silbido de la vieja cafetera


 Meditación Primera

Su sonido le llevó al recuerdo del ayer. El brasero oculto bajo las faldas de la mesa, el canto de su madre distorsionado por el traqueteo de las cazuelas humeantes, el leve crepitar de los fogones, el ronroneo del gato en el sofá, las pantuflas roídas arrastrándose hasta el baño y el bostezo infinito de un espíritu lejano y silencioso. 

El intenso olor a café le detiene antes de apagar el fuego, cierra los ojos, "al final se va a salir todo el café. Hace tanto que no tenía tiempo para poner la cafetera italiana. Me he acostumbrado al café moderno… Pero, este olor, este olor… Mamá…El pueblo…Él...”

El primer sorbo de café recién hecho fue calentando su cuerpo y clavando en su pensamiento la imagen congelada de aquel bostezo, una imagen sin rostro, rebosante de melancolía, de tristeza, de miedo, de sueños y de esperanzas ya desvanecidas.

“Cuánto tiempo desde mi último café de verdad… Ahora todo parece más claro pero, quizás, imposible. Una vida sencilla, como la que ella siempre soñó. Una familia, con sus discusiones y todo, pero una familia, reunida al calor del brasero en invierno… Pero, no. ¡Qué difícil es crear una familia en el siglo XXI! ¡Todo es dinero! Ella sólo quería lo suficiente para poder vivir… «El tiempo es oro», me dijo Claudio el otro día, después de una eternidad sin vernos… Sacar un hueco para charlar, para conversar, es cada vez más difícil… Ahora, vamos corriendo al trabajo, corriendo a casa, corriendo al gimnasio, corriendo, corriendo…”

La tarde fue pasando mientras nuestro contemporáneo divagaba saboreando un simple café. Querría haber pasado la tarde junto a su amigo de la infancia, Claudio, pero éste trabajaba durante todo el día y, cuando llegaba a casa, sólo quería sentarse en el sofá, sentir el alboroto de los niños que cenaban en la cocina en compañía de Inés.

Inés era una madre polifacética que desde las seis de la mañana no había tenido ni un solo segundo para descansar – el trabajo, los niños, la casa y un marido moderno, bendiciones y tormentos a la vez, eran las causas de su felicidad y de su tristeza. Sin embargo, todo merecía la pena, y ella se sentía una heroína.

Si no fuera por ella, ¡qué sería de sus hijos y de su marido, el moderno, que echa una mano siempre que puede ya que trabaja la jornada completa -o más-!¡Todo sea por la familia!¡Bueno, por la familia…; o por ganar un poquito más para poder pagar holgadamente el crédito que pidieron para el coche que compraron el mes pasado puesto que el que tenían se había quedado pequeño; o por las vacaciones necesarias e imprescindibles en algún rincón del país, por un lado, y la escapadita internacional de rigor, por otro; o por la imperiosa necesidad de invertir en una educación privada obligada hoy día por todo aquél que tenga la posibilidad de brindar a sus hijos ser alguien en la vida ya que el sistema educativo público es cada vez más deplorable, en cuanto a medios se refiere; o por tener el último modelo de teléfono móvil para poder estar a la última; o por; o por; o por… (Sigan ustedes la enumeración, hombres modernos, que al igual que este ingenuo y anticuado narrador, viven en la misma época que el protagonista).

Sí, por supuesto, Claudio quedaba disculpado ante nuestro Alonso Quijano particular que removía una y otra vez el café. “Ya está frío pero mantiene todo el sabor. Y tú, Claudio, ¿mantienes lo que fuiste? Y tú, España, ¿tu fuerza, tu querer y tu voluntad cayeron definitivamente ante la impostura feroz de la modernidad? Y tú, Inés, ¿comulgaste definitivamente con aquello que no eres? ¿Y tú?” 

viernes, 18 de julio de 2014

¿Abocados al hombre-masa?

El ruido del ordenador tratando de respirar para enfriar sus entrañas; el traqueteo del motor de la nevera; más allá del confín de mi balcón, el susurro de viento agitando los árboles y el piar de algunos pájaros que sufren el bochorno del verano madrileño. 

El teclear lento de mis dedos evidencia que las musas son generosas pero pacientes. Hoy la inspiración ha llegado del dolor por sentirse fuera de un acelerado y loco mundo que apuñala a sus amantes. La tecnología nos asfixia, nos ahoga, nos embota, sin embargo, lo hace tan silenciosa y dulcemente que parece que nos canta una nana. No quiero ser hipócrita, puesto que este blog es símbolo de sus bondades-maldades, sin embargo, no me refiero a las islas que confirman la regla, sino a los continentes que emergen monstruosos haciendo que sus habitantes se adapten a las nuevas condiciones de "vida".

Desde luego quedarse en una de las islas, desde el punto de vista que estoy adoptando, parece la solución más adecuada, sin embargo es la más dolorosa porque te obliga y te condena a ir contracorriente. ¿Y si nos convertimos en un impostor? Entonces, Dulcinea desaparecería, se convertiría en uno más

jueves, 10 de julio de 2014

RÉQUIEM POR LA METAFÍSICA

Adiós Diotima.
Adiós al Absoluto.
Adiós al Idealismo.
Adiós a lo Irreal.

Modernidad: falsedad,
espejismo de un nuevo Hombre,
depredadora de vida,
estranguladora de felicidad,
amante de lo inexistente,
esquiva del Cuerpo,
conquistadora del Alma
-podredumbre-,
ahuyentadora de mundana felicidad.


¡Bendita tierra!
¡Bendita historia!
¡Bendito cuerpo!





viernes, 7 de febrero de 2014

La comunidad virtual: el camino hacia la destrucción de la "comunidad social humana"

Estamos en una sociedad "de locos". Tenemos la posibilidad de acercarnos a través de las denominadas "nuevas tecnologías de la comunicación", creando relaciones sociales más sólidas de apoyo mutuo y resulta que el objetivo final de las mismas, en cada vez más numerosas ocasiones, es potenciar nuestro ego y distanciarnos del otro  -objetivo soterrado y latente-. Así, queremos convertir nuestra vida en publicidad, en mera mercancía cuyo beneficio es el reconocimiento social. Pero, ¡atención!, sin embargo, la mayoría creerá que es una forma de compartir experiencias personales con los "amigos", creando más lazos de afectividad. Reitero, ¡estamos en un mundo de locos! 

Quizás la tesis expuesta se entienda mejor si uno piensa en las redes sociales de hoy día donde se comparten fotos, experiencias, pensamientos entre conocidos y amigos. Habría que realizar un estudio en profundidad del uso de las mismas, del beneficio que aportan a las empresas que hay detrás y, por supuesto, de cómo afectan a la relaciones sociales de los usuarios (y cómo ello es reflejo de la sociedad en su conjunto). De momento, sólo se me vienen a la cabeza expresiones como "sociedad espectáculo", "vida como puro teatro" o "baile de máscaras". 

Que algo potencialmente bueno se pervierta siempre tiene un porqué y en este caso, quizás, la causa sea la misma por la cual estamos aún sumidos en la crisis del hombre europeo, crisis que ya Ortega dilucidó a través de la archiconocida noción de hombre-masa. ¿Somos hombres-masa? Dirás que no, pero quizás tengamos que revisar nuestro histórico en la red social de turno y dejarnos de mirar el ombligo.