Análisis y comentario de Primavera con una esquina rota de Mario Benedetti
La
necesidad de continuar tras el desastre (pero no un continuar mecánico, sino
impulsado por la vida, por la voluntad, por el esfuerzo de querer la primavera, de buscar la felicidad a pesar de todo),
esa necesidad vital es el tema
existencial que atraviesa Primavera con
una esquina rota de Mario Benedetti.
No obstante, el impulso vital humano hacia la felicidad -a pesar de todo- se muestra tras la crudeza de la realidad: nuestra
circunstancia histórica que puede cambiar el rumbo de nuestras vidas, de los que
nos rodean, de las generaciones venideras y de todo un pueblo.
Efectivamente,
la vida es tan frágil como un espejo, un pequeño golpe puede fulminarlo; puede resquebrajarlo
-haciéndolo más bello, ya que quizás refleje más luz-; y, puede, por el contrario,
reducirlo a una mínima expresión de lo que fue y, aun así, seguir siendo. Pero,
no obviemos el hecho de que ese espejo sufrirá las consecuencias de un leve
temblor, de un aire violento, de un golpe provocado por el descuido de alguien,
pero, si ese espejo está junto a otros,
el efecto que esa circunstancia tenga
sobre él, inevitablemente afectará a los que le rodean.
La
vida de Santiago, el protagonista de Primavera
con una esquina rota, se convulsiona. Es apresado por subversivo, por luchar
contra la dictadura militar que se instala en el Uruguay de los años setenta,
por creer en la libertad y actuar por la
libertad. Así, el destino de Santiago se verá sometido a la ley del más fuerte. Su voz y la de su
conciencia son el hilo conductor de esta novela-testigo de una verdad histórica
pero que traspasa el realismo histórico del que se nutre ofreciendo la verdad “intrahistórica” de cada uno de los
personajes que sufren encarnizadamente las consecuencias de la vida rota,
paralizada, de Santiago.
Mujer
(Graciela), hija (Beatriz) y padre (Rafael), los tres sufren las consecuencias
de la rotura de la vida-espejo de
Santiago. El exilio forzado es su sino. No hay elección. Sus vidas también
cambian forzosamente y ello supone,
necesariamente, la transformación de ellos mismos. La dictadura como tal ha
producido un cambio real y forzado en su ser,
tanto en sus cuerpos como en sus mentes. Los cinco años, dos meses y
cinco días de presidio de Santiago, suponen la evolución de los personajes. Su
espejo cayó y ahora toca buscar su primavera. Santiago tendrá la oportunidad de
buscarla cuando salga de la cárcel, aunque tenga que enfrentarse a la nueva vida de los que ama y han vivido sin él durante
largo tiempo. Beatriz alcanza la
edad de nueve años, sin tener muy claro cuál es su patria titular y su patria
suplente. (¿Le sucederá lo mismo con respecto a su padre ya que Rolando, uno de
los amigos combatientes de Santiago, se
une a Graciela y, aunque mantienen la relación con discreción, puede ser que
ella sospeche algo?). Graciela se da cuenta de que no necesita a Santiago,
maritalmente hablando, y busca su primavera en otro cuerpo -Rolando-. Pero,
quizá, tal y como menciona el sabio Rafael (cuando Graciela va en busca de su
ayuda para soliviantar su sentimiento de culpabilidad al creer que su
enamoramiento puede suponer una deslealtad si no es confesado a Santiago), el
tiempo haga que lo vuelva a necesitar. La vida es impredecible… Rafael, por su
parte, se ha sumergido en el “país de Lydia”, quien le ha alejado de su vida
fantasmal consistente en un mero planificar del ansiado y nunca dado regreso y
le ha mostrado el camino de un vivir real
en la ciudad que le acoge. Por último, Rolando, adquiere protagonismo ya que el
penúltimo capítulo antes del cierre de la historia se le concede a él. Su
felicidad, su primavera está junto a Graciela y no quiere perderla, pero esa
felicidad da miedo, la posibilidad de perderla se da en el momento en el que
Santiago sale de la cárcel porque el gobierno le ha concedido la amnistía.
Todos
los personajes viven la temporalidad del presidio de
Santiago. Benedetti muestra el punto de vista de cada uno de los personajes, a veces
en primera persona (cuando da voz a Santiago, a Rafael y a Beatriz), otras
veces el narrador en tercera persona es quien introduce el diálogo de los
personajes y sus pensamientos (cuando se aborda el posicionamiento de Graciela
y Rolando) e, incluso, surgen voces ajenas a la historia central pero que
refuerzan el tema histórico: el exilio producido por la dictadura militar en
Uruguay (1973 – 1985). Entre esas voces-testigo de la realidad histórica de
Uruguay se encuentra el propio Mario Benedetti que se incluye en el relato.
Estas voces-testigo se encuentran en los capítulos denominados “Exilios” y el hecho de que se incluyan
como una perspectiva más refuerza la importancia de la realidad histórica que
nutre la historia ficcional de la novela, y más teniendo en cuenta que el
propio Benedetti sufrió el exilio (sus países de acogida fueron Argentina,
Perú, Cuba y España).
El
perspectivismo como técnica
narrativa es propio de la novela hispanoamericana de los años sesenta (“boom de
la novela hispanoamericana”) que incluía otras renovaciones tales como la
inclusión del monólogo interior, el libre discurrir el pensamiento del personaje
puesto de manifiesto formalmente, por ejemplo, en la inclusión del verso… (No
olvidemos que la mayoría de estas innovaciones proceden de la influencia de
autores como Proust, Faulkner, Joyce y Kafka). Así pues, en Primavera con una esquina rota podemos
apreciar muchas de estas características pero, teniendo en cuenta que nos
referimos a una obra publicada en 1982, parece que su carácter innovador
quedara desfasado, en este sentido, no podemos dejar de señalar que Benedetti
utiliza estas técnicas sin artificio, es decir, formalmente la novela está escrita armoniosamente
independientemente de la utilización de numerosas técnicas propias de la
experimentación y dichas técnicas proporcionan verosimilitud a la historia
contada en tanto en cuanto el exilio (exterior e interior) es una vivencia
interna que tan sólo puede apreciarse y valorarse desde el yo por lo que el perspectivismo es el camino adecuado para su
máxima expresión y para la posibilidad de comprensión
cercana de un lector ajeno a la misma.
En
cuanto al espacio de la novela, el
exilio interior de Santiago se desarrolla en la cárcel “La Libertad”, ubicada
en Uruguay. El nombre de la prisión refleja el verdadero sentir y vivir de
aquél que debe ser sorteando las limitaciones impuestas, en este caso,
sorteando la censura y anteponiéndose a las duras condiciones del presidio (la
tortura y la posibilidad de locura). En este sentido, Santiago encuentra su
salvación en la recreación de su memoria mediante la narración que vuelca en
sus cartas. Sí, es el recuerdo siempre
presente el que le vinculará a la realidad externa. Por otro lado, el
espacio de la familia de Santiago que sufre el exilio exterior, es un país indeterminado
que no es el suyo, un país donde deben comenzar
su historia. ¿Comenzar desde cero? No. El olvido no es posible. Santiago está
con ellos, no sólo en el recuerdo también en las cartas. Las cartas refuerzan
el pasado mientras que el día a día es la realidad de la vida nueva, diferente
de la pasada que atormenta. Por último, es importante comentar el espacio del
aeropuerto, el cual simboliza el inicio de otra nueva vida, la posibilidad de una primavera, aunque tenga una
esquina rota, para todos los personajes.
En
definitiva, Benedetti muestra el drama del exilio interior y exterior desde la vivencia de los personajes y, a pesar de
todo, no vence el desengaño, sino que éste sólo mutila la primavera, sin
aniquilarla. Los versos de la Oda a la
primavera de Neruda resuenan en la esperanza que se destila en Primavera con una esquina rota: “cuando tú,
primavera, entres a todas las casas de los hombres, te amaré sin pecado”.
“Dedicado
a mis alumnos de 2º de Bachillerato del IES Juan de Herrera, para que siempre,
y a pesar de todo, busquen su primavera.”
Noelia Maldonado Cerrada
13/05/2015
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