¿Quiénes somos los europeos? ¿Para qué somos Europa? ¿Compartimos
el mismo ideal de Libertad, Igualdad y Fraternidad o, simplemente, ese ideal,
abstracto per se, encubre
la realidad de un mero interés económico de ahí que la Unión Europea sea sólo una unión económica que se olvida de la solidaridad necesaria para con sus
miembros cuando la rentabilidad brilla por su ausencia?
Es increíble que los griegos, en particular, y el resto de
ciudadanos europeos de la "periferia", en general, asistamos a la
lamentable situación a la que nos ha llevado una supuesta política europea,
capitaneada casi en exclusiva por Angela Merkel. No podemos, sin embargo,
ponernos una venda en los ojos y pensar que Alemania lo hace para fastidiar sin
más, tampoco es eso. Alemania tiene claro que el sistema económico capitalista
especulativo en el que nos movemos es el que hoy gobierna las naciones y, por ello,
es necesaria la estabilidad. Hay que gestionar correctamente la balanza de
cuentas de los estados, en ello todos los gobiernos han de poner sus esfuerzos
a pesar de todo.
Así pues, hoy por hoy (aunque es el camino al que hemos llegado
porque la modernidad que imponía el progreso - ya desde finales de la Edad
Media- se ha arraigado a la prosperidad económica, denigrando los lazos
comunitarios, lazos de verdadera unidad: familiar, social, cultural,...,
olvidándose de los hombres y de su realidad) no se gobierna para hombres
concretos de carne y hueso, no se gobierna para los ciudadanos, sino para las
manos invisibles que tejen la realidad económica, es decir, para los
"mercados". Estas manos invisibles no tienen rostro, aunque de ellos
dependan los hombres de carne y hueso que son los que viven en una Europa que,
aún hoy, sigue en crisis tras siete años de austeridad, desempleo, desahucios,
incertidumbre..., es decir, sufrimiento que, se puede convertir en agonía,
cuando no dispones de un trabajo (legal o ilegal - la picaresca ha existido
siempre, pero ésta se acrecienta cuando el estómago está vacío...-) o del
apoyo de los que te rodean.
Y, hoy, tres de julio de 2015, me pregunto por qué soy europea,
por qué soy española, por qué soy ciudadana. Escucho y leo constantemente
información sobre mi país, sobre Grecia y sobre Europa, y siento una gran
tristeza, pero una tristeza teñida de rabia y de miedo. Y, aun así, intento
ordenar lo que acontece para buscar una explicación y valorar las posibles soluciones.
Lo primero que aparece ante mi razón es el futuro de Grecia, un futuro próximo
que se decidirá en el referéndum de este domingo, donde los griegos tendrán que
votar si desean aceptar el plan de rescate propuesto por la nueva Troika,
aunque, según los portavoces de Europa, lo que está en juego es la permanencia
de Grecia en Europa. ¿Cómo es posible que el tono de los portavoces de Europa
sea tan catastrofista e intervencionista? ¿Por qué se insiste constantemente en
que Tsipras está mintiendo a su pueblo al no decirles que realmente están
votando un plan de rescate que ya ha expirado y que su voto condiciona la
permanencia de Grecia en la UE? (Aunque, si bien es verdad, hoy mismo se ha
cambiado un poco el discurso de la UE e indican que votar "no", supondría
una situación dramática para Grecia y haría muy complicadas las negociaciones
con Europa.)
Si reflexionamos críticamente sobre todo lo que se viene diciendo
en los medios de comunicación, de nuevo aparece la incertidumbre y, lo que es
peor, si no queremos caer en una visión maniquea, es imposible posicionarse.
Por un lado, Tsipras y su gobierno indican que tuvieron que levantarse de la
mesa de negociación europea porque los socios no estaban dispuestos a aliviar
la deuda (reestructuración de la deuda) y, por ello, se vieron obligados a
preguntar al pueblo, verdadero soberano de su destino. Por otro lado, las voces
dirigentes de la UE hacen hincapié en que fue el gobierno heleno quien ha
imposibilitado las negociaciones, tildando de "generosas" las propuestas
europeas para abordar el tercer plan de rescate, además insisten en que el
referéndum será crucial para la permanencia de Grecia en Europa, a pesar de que
hoy se ha rebajado, como hemos indicado, la intensidad de esta afirmación,
aludiendo simplemente al hecho de que, si gana el "no" en el
referéndum, las negociaciones con Grecia serían muy difíciles y la situación
griega, dramática. ¿Estas dos visiones antitéticas no son ya síntoma de un
enfrentamiento abrupto entre la política meramente económica de la UE y una
política que desafía, quizás con desmesura y demasiado apasionamiento, a todas
esas manos invisibles con la voz de los hombres de carne y hueso?
No me estoy posicionando a favor de Tsipras, me estoy posicionando
a favor del pueblo heleno, pueblo que podría ser el pueblo español, o el pueblo
portugués, o el pueblo italiano - recuerden que un día nos tildaron de
"PIGS"-. Tsipras se deja arrastrar por la pasión y por la ideología
pero, ¿acaso tenía otra salida? ¿No eran los portavoces europeos, que
gestionaban las negociaciones con los mandatarios griegos, quienes podrían
haber brindado la oportunidad de tender sinceramente la mano a Grecia
"aliviando" la deuda ya que realmente sólo suponen el 2% de PIB
europeo (argumento que se utiliza, sobre todo, cuando se pretende apuntar que no
tendría tanto impacto en Europa la salida de Grecia, pero sí que se subraya que
sería verdaderamente horrible para Grecia el no pertenecer a Europa)?
Insisto, no sé muy bien qué pensar, ya que los medios de comunicación
de España parecen transmitir la idea de que Grecia debe votar "sí" en
el referéndum para que esta crisis no culmine en una
terrible agonía que les conduzca a un verdadero infierno fuera de Europa pero,
por otra parte, no dejo de preguntarme por qué los portavoces europeos no dejan
de entrometerse y de "calentar" los ánimos transmitiendo un mensaje
de verdadero terror dirigido a los griegos cuando, se supone, que lo que
deberían decir claramente es si hay posibilidad de rebajar la deuda griega. De
hecho, hasta el FMI ha reconocido que, matemáticamente hablando, es imposible
que Grecia devolviera lo que debe, incluso con mucha más austeridad.
Dicho todo lo anterior, cabe preguntarse cómo es posible que los
griegos se pronuncien racionalmente en un referéndum cuya pregunta no es clara,
y con posiciones de fondo tan enfrentadas. Hoy me siento griega porque también
soy mujer de carne y hueso, porque de la
misma forma que los griegos, me siento entre la espada y la pared, porque como
ciudadana realmente nuestro voto parece estar subsumido al poder de las manos
invisibles, y el votar a un gobierno u otro no tiene peso porque parece que
sólo las políticas que bailan el agua a esas manos invisibles son las que
pueden triunfar en esta Europa que se vanagloria del supuesto Estado del
Bienestar y de los Derechos Humanos.
Para concluir esta breve reflexión, quiero rescatar unas palabras
de Ortega y Gasset, palabras que están enclavadas en la filosofía de la razón
vital e histórica, en la filosofía que habla de hombres de carne y hueso: “el hombre no puede salvarse si, a la vez,
no salva su contorno.” Queridos mandatarios de la UE, escuchen las
palabras de Ortega, porque la Historia nos da lecciones, porque las comunidades
de hombres concretos sufren y ello puede rescatar fantasmas olvidados. Además,
no se olviden de que hay muchos frentes abiertos que inquietan a los ciudadanos
(a pesar de que lo que más preocupe de forma inmediata sean las consecuencias
de la crisis provocada por esas manos invisibles impunes). Sí, no se olviden de
Ucrania. Sí, no se olviden del terrorismo islámico. Pero, sobre todo, no se
olviden de la Historia y de la intrahistoria de los hombres concretos, de los
hombres de carne y hueso.
Dulcinea (03/07/2015)